Volkan Diyaroglu. Mestizaje y sincretismo.
“el lienzo es un campo de juego en el que reproducir, rediseñar, analizar o expresar un objeto real o imaginario”
Harold Rosemberg
La obra del joven artista turco afincado en París Volkan Diyaroglu es mucho más que pintura. Para Volkan el proceso, las dimensiones y el espacio forman parte de su trabajo. Si su trabajo se analiza desde un punto estrictamente pictórico se evidencian claras similitudes con artistas universales del arte contemporáneo, en concreto, con los creadores de la “action painting” de los años cincuenta y también con la pintura renovada de principios de los ochenta o lo que es lo mismo, con el expresionismo abstracto de Jackson Pollock o la nueva pintura cuyo máximo exponente es Jean Michel Basquiat. Estas influencias, a priori, pueden definir a Volkan como un artista ecléctico en el sentido literal de la palabra, lo que no presume entenderlo en sentido peyorativo, pues el arte progresa y se anticipa cuando es capaz de conjugar pasado y presente a la hora de recorrer nuevos caminos. Son indiscutibles las influencias formales y procesuales en las que se sumerge y que están muy presentes tanto en su parte más intuitiva como, sobre todo, en su posterior desarrollo creativo. El uso continuado del “dripping” técnica en la que se vierte directamente la pintura del cubo o con grandes brochas en chorros que gotean toda la superficie del lienzo es, sin lugar a dudas, la protagonista formal en un escenario donde prima el impacto visual que provoca la pureza de su paleta de colores. De la misma manera, hay otros elementos que apuntan en esta dirección: el tamaño de sus lienzos, la acumulación de materia y el uso matérico de los pigmentos.
Desde un punto de vista conceptual su trabajo está muy próximo a las teorías surrealistas del automatismo. Es un pintor intuitivo, mecánico en su praxis, inconsciente deliberadamente y espontáneo en la medida que se puede ser cuando un proceso se adecua a un guión preestablecido. En esta línea de paralelismos también hay que destacar la ausencia de un punto de vista central hacia el cual se vea forzado a mirar el espectador. Practica lo que se denomina sistema “all over” de representación y que consiste, a grandes rasgos, en la ausencia de composiciones centralizadas, es decir, con un solo punto de vista en el plano, si bien es habitual que en una obra aparentemente abstracta, entendida la abstracción como un proceso de estilización, introduzca elementos representativos que se convierten en referencia objetual hacia la cual dirigir nuestras miradas.
En su pintura hay indicios que prueban la horizontalidad del lienzo en su proceso creativo. Volkan crea una superficie habitada, transitada por un artista despreocupado que deposita su huella en la superficie a modo de firma y pone de manifiesto su interés por generar unos residuos que formen parte ineludible del significado de su pintura. La consecuencia es un universo creado por un artista profundamente preocupado por el resultado final, por la apariencia revestida de momentos del pasado. Aunque en apariencia es una pintura azarosa, nada es caprichoso ni escapa de sus planteamientos primigenios. Los motivos que invaden toda la superficie están cuidadosamente seleccionados aunque parezcan fruto del transcurso aleatorio del acto de pintar.
Una vez hechas las comparaciones y analizada la escena, cuidadosamente elaborada por el artista, cabe resaltar que la originalidad no recae precisamente en la obviedad de sus referencias sino en su capacidad de síntesis. Es hábil al incorporar iconos visiblemente identificadores de la cultura occidental junto a elementos más propios de su cultura de origen, la oriental. Este sincretismo hace que la obra mantenga la energía propia del proceso de un pintar intenso. Incorpora elementos decorativos, minuciosos, delicados, e incluye signos que se repiten sistemáticamente por toda la superficie. Es aquí donde reside la cualidad de su obra. El resultado es un trabajo donde emerge el mestizaje propio de quien conjuga, con extraordinaria destreza, aspectos expresivos y representativos al mismo tiempo. El énfasis en el acto de pintar, la obcecación por cubrir toda la superficie, la intención de crear con técnicas caóticas no es contraria a que broten historias, se narren conceptos y sobre todo enfatiza la inquietud de quien devora la pintura porque es parte íntima de su forma de concebir la vida. Imágenes o sucesos, historias detenidas en el tiempo, instantes emocionales, reproducir o expresar, qué más da si todo es producto de una evolución cuyo final, real o imaginado, sólo está en la mente de quien lo contempla.
Toni Calderón